Si te dicen que eres un artista
tendrás que plantearte que han visto en ti de sospechoso, ya que el término se
emplea con demasiada frecuencia para gente de mal vivir.
En mi caso, que me lo han dicho alguna vez, siempre miro al culpable con
mirada inquisitiva, tratando de descubrir si lleva segunda intención cuando me
tilda de tal.
Pero debe ser que soy demasiado suspicaz, porque lo cierto es que llevo
toda la vida viviendo del arte. Tal vez
por eso me meto a blogger, que, para
mí que tengo poco manejo de british,
me suena a pandillero duro.
-¿Y quién no tiene un blog hoy día? -Me pregunté.
- ¡Pues yo!-Me dije preocupado. (Entre otras cosas por hablar
solo).
-¡Pues habrá que ponerse a ello! –Ya pasa uno bastante por raro por ser artista como para, además, ser el único sin blog.
No sé si raro, pero desde luego
enrevesado debo ser, ya que mis hijos bromean sobre mi sentido del humor algo complejo (por no decir más raro que
un piojo verde). Y de eso se trata, ya que de un tiempo a esta parte –hace un
montón de años- ese sentido del humor complica la lectura de mis cuadros (se ha
metido ahí y no voy a echarlo ahora). Me di cuenta hace tiempo, cuando un
“crítico de arte” de un periódico –lo de las comillas va con segunda- alabando
mi cuadro, se lanzó a comentar lo que veía y me dejó pasmado con su
interpretación. Yo estaba harto de decirle a mis alumnos que el chiste no se explica, como diría alguien del norte,
sino que se cuenta y el espectador tendrá que poner de su parte para
resolverlo, pero todo tiene un límite, si de un chiste de leperos tratas de extraer enseñanzas morales, te has ido tan por
los cerros de Úbeda como aquel periodista.
El cuadro en cuestión era un tal “Dinamismo de nana”, que así se llama
porque acostumbro a poner nombre a los cuadros para dar una pista al
desconcertado espectador de cómo enfrentarse a ellos.
Fue premio Universidad de Málaga en la Bienal de Marbella, y se trata de un
divertimento sobre el dinamismo; ese recurso gráfico tan completito y que te
ofrece tantos recursos con que jugar. Es
un artefacto de aproximadamente ciento veinte por ciento veinte
centímetros, pintado en temple a la cola y acrílicos sobre madera.
Pero, ¿por qué “Dinamismo de nana”? Pues
ahí está escondido el gazapo; todo surge por un flash grabado en mi mente infantil (en su momento, no ahora que
sigue siéndolo) de una madre –posiblemente la mía- meciendo a un niño
–posiblemente mi hermano Fali- en una silla de enea. No sé si podéis imaginaros
la escena (porque a estas alturas es raro que se vea), pero una silla de cuatro
patas no es una mecedora, y por tanto, más que mecer se batía al niño. Pienso
que estaba bien pensado, ya que se trataba de provocar un traumatismo craneal
leve al enano para adormecerlo irremediablemente. Hoy no se emplean recursos
tan efectivos para tal fin. El continuo golpeteo de las patas en el suelo
acompañaba al otro golpeteo de la materia gris dentro de su sólido envase.
En el cuadro la sensación de movimiento debe ser convulsa para representar la
agitación a que es sometido el chiquillo. Eso me daba pié a derrochar recursos
cinéticos de forma y color que relato brevemente: la perspectiva errónea de las
patas de la silla, de la puerta y la solería, la simulación de efectos
estroboscópicos que produce la fractura de las formas en estelas, el
divisionismo del color para provocar vibración… Todo ello contrastado con el
punto iluminado donde alguien acaricia a una mascota ( si no lo veis yo os digo
que es así y me creéis) para que ese contraste acentúe la histeria del
conjunto. Todo ello se remata con un marco, elaborado ex profeso en la misma
tacada (para que os ahorréis tener que enmarcarlo) que también pretende jugar a
lo mismo: el cuadro está levemente girado sobre el marco y juega a una leve
asimetría cinética con las dos serpientes
marinas –por decir algo- dentadas que deambulan a ambos lados y en
dirección opuesta una a otra.
Y he de advertir que estas son las razones cuasi conscientes de este
cuadro, seguramente haya muchas otras intenciones ocultas –y quizás retorcidas
añadiría Freud- que soy incapaz de descubrir.
Al ser propiedad ahora de la Universidad de Málaga (para algo lo
premiaron), su localización debe suponerse en algún recinto universitario.
No hay comentarios:
Publicar un comentario