jueves, 29 de agosto de 2013

Las fallas en Málaga.


Las fallas en Málaga.
                Tengo recuerdos de niño con mucho arte. Ya os conté lo de pasar las horas muertas observando trabajar a mi padre. Pero es que él procuraba que su arte se convirtiera en magia para nosotros; hacía unos tarjetones con las imágenes de los reyes magos que ponía junto a los regalos. Forraba una habitación con sábanas blancas sobre los muebles, organizaba los regalos de los tres -mi hermano Fali aún no había nacido- y junto a cada grupito el rey que nos regalaba; el mío era Baltasar. Debe ser por eso que nunca he podido ser racista.
                Si se me caía un diente, se guardaba bajo la almohada. Al día siguiente el ratoncito Pérez, muy nuestro, lo había cambiado por un tarjetón con su imagen a todo color y tres moneditas sujetas con elásticos junto al retrato – debía ser de la familia de Mickey, porque se le parecía, pero de la rama hispana por lo de Pérez-.
                Pero lo que recuerdo con más nitidez es uno de los montajes que hizo para San Juan; un júa (judas si en vez de “qué malanhe tiene el chavó, dices “qué mal angel tiene el chaval) que causó sensación.
La silueta de detrás pretende dar una idea del tamaño que recuerdo. Aunque, desde la perspectiva del enano que yo era entonces puede ser una apreciación errónea. La imagen es un fotomontaje basado en un recuerdo remoto y no me responsabilizo de las diferencias. (Nota del redactor).
El caso es que el acontecimiento, en el barrio de Ciudad Jardín de Málaga, debió ser sonado. A mí me dejó un recuerdo imborrable, y por ello he tratado de recrearlo con mis hijos.



Veintitantos años después de aquellas experiencias infantiles, aprovechando que en la urbanización donde vivimos hay un espacio donde se podía hacer una candelita, decidí sorprender a mis vecinos realizando el primer júa a tamaño natural.

No tengo fotos de todos los años que realicé el júa, pero éste fue de los primeros:


                    Gárgamel el malvado cazador de pitufos con su ayudante Asrael -creo que se llamaba.
Aquí están en mi estudio, antes de hacer el fabuloso automóvil parecido al clásico “Biscúter” en el   que viajarían a la hoguera.


                               Mis hijos también les cogían cariño… Los habían visto crecer.


                    Kika tampoco se resiste a posar con los perversos personajes.


                   Amigables porque no sabían la que les esperaba.


                              Alicia se pierde a su lado, pero era feliz con sus enormes juguetes.



                      Estrenando coche, ya subido a la enorme pira. En el saco se supone que van los pitufos capturados.



                    Mi hermano Fali deseando meterle fuego ya. Alguna vez la hemos prendido como los indios, con flechas incendiarias. (Siempre hemos sido un tanto salvajes).




                        Los vecinos se lamentan de que se pierda tanto trabajo, pero el recuerdo permanece. (Y aún retumban en los oídos los petardos que le metíamos dentro, no voy a dar la receta de cómo los hacíamos caseros, para no dar ideas a otros desaprensivos como nosotros).. 

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