lunes, 16 de diciembre de 2013


¡Y ahora una de cuentos!: Pulgarcita de Andersen.

                Una niña del tamaño de un pulgar –de ahí lo del nombre- que nace de una semilla, duerme en media nuez, le ofrecen casamiento sapos, topos y otros bichos, pasa muchas penalidades. Y al final encuentra a un guapo mozo de su mismo tamaño. ¡Normal!
                Pues el Parque de atracciones Tívoli nos propuso escenificar este ambiente para una de las escenas de un paseo en barquita.
                Parecía divertido, pero había que hacerlo en tiempo record, por lo que eché mano de un equipo de artistas: mi hermano José María, mi hermano Fali, mi cuñado Antonio y yo mismo.
                El siguiente paso fue encontrar un local para usarlo como taller. Nos prestaron todo un edificio en calle Montalban –junto a Ancha del Carmen. Y ahí empezó la odisea. El edificio tenía la solera del siglo XIX, pero llevaba años abandonado, tenía un gran patio con una fuente antigua y entramos con los bártulos observando con interés el espacio. ¡Lo de mirar los aleros fue un fallo! Teníamos que haber reparado en el sospechoso tono pardo del suelo; allí había millones de ocupas. Las pulgas tapizaban literalmente todo el enorme patio. Corrimos escalera arriba con los perniles moteados de hambrientos bichitos ávidos de sangre, encontramos una enorme habitación más desocupada de pulgas, soltamos los trastos y corrimos a comprar zotal en cantidades industriales. Volvimos convertidos en cazafantasmas, con atomizadores cargados de zotal para abrirnos paso. ¡Funcionaba! Un pasillo se abría a nuestro paso. Nos pasamos con el antídoto para las pulgas, pero al final hasta nos gustaba el intenso olor a veneno.
                Empezamos a realizar el encargo. Nos repartimos los personajes que podían hacerse en casa, y los decorados los haríamos al alimón en el taller.
                Tras unos cuantos bocetos, decidí que Pulgarcita no debía parecer una niña a pequeña escala, ni parecerse a las muñecas comerciales, más bien un ser a mitad de camino entre el monigote infantil y lo humano.


                         En pocos días estaba prácticamente lista, a falta de los complementos.



    Rubia y pecosa, como esperaría de ella cualquier nórdico.



    Aquí la vemos ya controlando la mariposa que le hizo mi hermano  Fali…


                    Se aprecian las transparencias.


                  Otro compañero de fatiga en la historia era el sapo que le ofrece una boda farragosa.
                 Aquí a punto de terminarse en mi estudio.


                   Asomando tras la cama de mis hijos…


  La mariquita , también obra de Fali, sobre la charca con nenúfares. El resto de los decorados, recortados en contrachapado fenólico, fueron pintados por el equipo.



Las hojas de nenúfares sobre las que se apoya Pulgarcita y la mariquita fueron realizadas por mi hermano José María. Y ya aquí se puede apreciar un aspecto más completo del rincón.






       En una curva del canalón con agua, la barquita debía encontrarse con el ambiente de este primer cuento del autor danés de muchos de nuestros sueños infantiles.



Les gustó el resultado, pero al cabo de un tiempo decidieron que, por problemas de presupuesto, no seguirían adelante.

Una lástima porque nos divertimos tanto que hasta nos dejábamos picar por nuestras vecinas las pulgas.


viernes, 13 de diciembre de 2013

Susana se nos vuelve callejera.
Bueno, en la historia de Daniel ya lo era, ya que, en vez de bañarse en un cuartito de baño se le ocurre irse al jardín a hacerlo (donde ya saben los famosos que no conviene despelotarse, por si los paparazzi). Para más ganas de complicarse la vida, despide a las criadas y se queda sola ¿es eso normal?
                Pues eso, se va al campo, se baña en ríos, se hace naturista…
Una serie de acuarelas preparan un cuadro en forma de rombo sobre esta etapa, el tema se mezcla con el de “nocturnos”, con lo que la situación es más crítica. Acuarela de 32 x 32 cms.




    Acuarela de 32 x 32 cms.



Tras los bocetos, viene la fase más entretenida de elección de formato, técnica, tratamiento y marco. . Acuarela de 32 x 32 cms.



En este caso, realizo  un marco de corte geométrico que permita colgarlo o apoyarlo.
Acrílico y temple a la cola sobre madera de 66 x 66 cms.



                               Detalle.



El tratamiento del desnudo depende en todo momento del interés por la sensualidad u otra expresión relacionada con el tema (incluso ira). …Y supongo que mi estado de ánimo.



El reciclado es fundamental en el “bricolaje chapuza”, así que una guarda de cuaderno antiguo me ofrecía una solera y color apropiados. Témpera sobre papel viejo 20 x 16 cms. (Sin marco).


          Con el marco.



                  Un boceto en acuarela líquida sobre papel.



Como la joven es naturista, los viejos no necesitan esconderse. Sencillamente pasa de ellos. Acuarela de 27,5 x 23 cms.



       Otra fusión entre Susana y Nocturno. Óleo sobre lienzo de 130 x 97 cms.


La exhibición ante el pobre viejo puede llegar a ser cruel… Dibujo en témpera sobre cartoncillo gris de 100 x 70 cms.


De nuevo el papel reciclado como soporte. Esta guarda de libro antiguo amarilleada por el tiempo sirve de soporte a esta Susana voluptuosa que se exhibe descaradamente ante un vejete en carrito. Sobre este papel muy absorbente el uso de la acuarela se complica.
Acuarela de 30 x 24 cms.
Y con esta serie pasaremos a otros aspectos de la amiga Susana, que no deja de sorprendernos.


jueves, 12 de diciembre de 2013

¡Marchando una de pajaritos!  (Una broma muy artística).
                Mi amigo Carlos es un gran aficionado a los pajaritos desde siempre; no exactamente cantando en el campo, sino fritos en el plato. En más de una ocasión los hemos comido, e incluso no le dolían prendas en irse a Granada a un bareto donde los hacían de muerte.
                En aquella ocasión, agosto de 2003, nos invitó a su casa a comerlos al grupo habitual de amigos, cuatro parejas. Sentados a una mesa bien puesta para la ocasión, que él disfrutaba especialmente por el manjar que nos prometía, comenzaron unos aperitivos, y alguna ensalada que actuarían como teloneros del plato estrella.
                Bien poco se esperaba él lo que iba a servir como bocado exquisito…
                Llegó el momento de servir los pajaritos y hubo una ración abundante de dorados voladores para cada comensal.
                ¡Oh! Pero en mi plato uno de los zorzales mostraba un origen más mamífero que ovíparo. Puse cara de espanto y le mostré a nuestro anfitrión lo que evidentemente no era zorzal, sino murciélago más emparentado con Batman.


Todos quedaron algo traumatizados, aunque no soy tan perverso y lo enseñé antes de que nadie los hubiese probado para evitar males mayores…


El efecto demoledor del “anfibio” en el plato.



Después del trauma, Carlos se presta a posar comiéndose el ratón volador.



La cabeza furtivamente pinchada en cuerpo ajeno había sido elaborada con la más heterogénea técnica mixta, mucho cariño, y disfrute anticipado del show que esperaba provocar.



Unas hojas naturales convenientemente envueltas en un volumen simple, unos detalles con pasta de relieve, unos toques de acrílicos…



…Y la oportuna expresión de roedor.



Sólo faltaba encontrar el momento de que estuvieran en mi plato para insertar el complemento necesario.
(No hemos vuelto a comer pajaritos)




martes, 10 de diciembre de 2013

Susana y los viejos. ¿Símbolo de castidad?
En todo caso un tema polémico, actual, muy pictórico y variado si se quiere.  Un tema que parece sacado de literatura erótica, con moraleja.
El tema de voyeurs y exhibicionismo se cuela en las Sagradas Escrituras gracias al Libro de Daniel , y he ahí que en unos doctos libracos en los que vetustos chamanes tratan de mantener a raya a la desordenada juventud, y doblegar a la pérfida criatura femenina, el tal Daniel cuela de soslayo un librito subversivo, feminista y joven, de denuncia del poder establecido de los veteranos, de la cúpula del poder.
Un tema  que me es grato como indignado que me he vuelto, pero una excusa para tratar el tema del desnudo con un punto de erotismo intimista.
En una primera fase Susana está en el baño y aún no se aprecia el desmadre que vendrá después.


Acuarela sobre papel de 35 x 26,5 cms.


Con su marco artesano…


Una serie corta en la misma línea.

Acuarela sobre papel de 32,5 x 22,5 cms.



Acuarela sobre papel de 32,5 x 22,5 cms.



 Acuarela sobre papel de 32,5 x 22,5 cms.


Témpera sobre cartón de 29 x 21 cms.



Témpera sobre cartón reciclado de 31 x 27,5 cms.



Boceto con acuarela líquida sobre papel de 36 x 24 cms.



               Del intimismo relajado se pasa a la sorpresa…



         Otro boceto en acuarela líquida de 42 x 33 cms.


Témpera sobre papel de color de 29 x 21 cms.



Esta acuarela sobre guarda antigua de libro muestra ya el tema más voyeurista a través de la cerradura. 30 x 21 cms.



…Y aparecen los mirones a pares. Collage y témpera sobre madera de 20 x 20 cms.


Esta primera serie era más larga y la he resumido un tanto, pero aún quedan otras series de Susana que os pondré por aquí.