¡Seguimos quemando cosas!
Cualquier excusa es buena para hacer una candelita,
¡pero de año en año la que organizábamos era buena! La pira alcanzaba más de
dos metros de altura y encima montábamos la falla. No nos vestíamos de
falleras, pero los petardos eran barrenos.
Al principio los temas a quemar eran los malos de las
series de televisión, luego fueron los políticos.
Después de Gárgamel y Asrael, los malos de los
Pitufos, vino una serie muy celebrada: “V”, de nombre tremendamente corto, pero
muy eficaz. No sé si los recordáis, esos lagartos vestidos con trajes de
plástico que se camuflaban de humanos hasta que se hacían un desconchón y les
salía el verde bajo la piel. Creo que la “lagarta” cantúa se llamaba Diana. Ella
fue la retratada con uno de sus secuaces, montados en una estupenda nave del
tamaño de un utilitario.
Los enanos conversan
animadamente con los lagartos como si fueran de la familia.
Pablo no se resiste a probar el bólido.
Diana y su acompañante nada
camuflado.
Un primer plano del lagarto. La
lengua es un artefacto explosivo.
Unas vistas de los malos en la terraza.
Nuestro héroe posando y su hermano
disponiendo la pira. Ya deseando meterle fuego.
Todo dispuesto.
Nuestros héroes sonrientes, ya
relajados después del estrés.
La espera es tensa. Los enanos celebran su fiesta alrededor.
Se meten petardos extras por todos los resquicios.
Una vista de la retaguardia.
Todos impacientes por meterle fuego,
pero hasta las doce en punto, según tradición, permanecen vivos.
Llegada la noche, todo
está a punto para la cremá.
Arde bien y la pólvora le da toques de color azul. Tememos que vengan los antidisturbios por los
petardazos.
Los fogonazos de pólvora resultan
espectaculares. Un año más las fallas han sido en casa. Nos conformaremos con
quemar otras cosas en adelante…
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