Los adultos, como los niños, también
gustan de quemar cosas.
Cuando los niños dejaron de serlo y los adultos seguíamos siendo como
niños, la temática de los júas se politizó un tanto; primero con lo
políticamente incorrecto, y luego con los políticos y los “incorrectos”, por no
decir salvajes.
Pero antes, cuando mis hijos fueron autónomos ellos eran los que decidieron la temática del "júa". Eran los tiempos de Gran Hermano, y como es típico en
la temática popular, hay que quemar al personaje popular y polémico; en este
caso era evidente, el amigo Iñigo fue el impresentable elegido por mi hija Alicia. Tenía intención de ir con sus amigos a la playa del Palo, donde toda la barriada quema sus muñecos y muebles viejos, y me pidió que le hiciera la cabeza de Ínigo; ella con sus amigos haría el cuerpo.
A partir de este punto decidí tomar fotos también del proceso, un poco con
la intención de mostrar el truco y facilitar el que otra persona pudiese
intentarlo. Aquí se comprueba el comienzo del “modelado” de la cabeza: una caja
de embalaje manipulada hasta conseguir que aparezca aproximadamente ovalada. La
cinta de pintor, sin la que no podría
vivir, se comporta de maravilla para estructurar el volumen básico; la nariz,
los labios, son trozos de cartoncillo rizado adheridos con esta cinta. El pelo,
como otras veces, a base de cartulina negra cortada a tiras con mucha paciencia.
Con la policromía el parecido se va aproximando.
Aquí ya se aprecian las
características fundamentales del personaje, incluido el célebre moco.
Otra vista de la cabeza
terminada. El cuerpo, mientras tanto lo estaba elaborando mi hija con sus amigas en su casa para que no nos cogiera el toro. Íbamos siempre contra reloj.
Al
final se terminó como se pudo para llevarlo a la playita donde iba a ser quemado en una fiesta con refrescos y patatas. (O eso pensaba yo).
De este año no tengo fotos
de la cremá, ya que no estuve presente, el año próximo le
dedicaremos más tiempo.
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